Todos
miraban al cielo mientras caían hermosos copos rosas sobre sus
cabezas ¡Qué apetitosos parecían! Su aroma se extendía por todo
el país de los cuentos y los ogros, hadas, princesas, trasgos,
dragones, duendes y brujas, todos querían probarlos. El terrible
ogro, acostumbrado a comer niños y cachorros de animales, no pudo
resistir la tentación y cogió un puñado en sus manos para
metérselos en la boca. La princesa Margarita, la más bella del todo
el país, ésa que nunca comía chucherías para no mancharse, los
guardó en el bolsillo de su delantal y se los llevó a casa para
cenar. El dragón Felix, el mejor y más audaz dragón volador,
ganador de todas las carreras y comedor insaciable de barritas
energéticas, abrió su gran boca, la llenó de copos y la cerró.
Los trasgos, como eran muy tragones, engulleron todos los que
pudieron. Incluso la bruja, que había salido al bosque a recoger
plantas para preparar el veneno de las manzanas, se olvidó de su
tarea y comenzó a recoger los copos rosas que caían del cielo. Y
así, poco a poco, todos los habitantes del país de los cuentos
probaron tan suave y exquisito manjar. Cual sería su sorpresa,
cuando después de unas horas, todos empezaron a ver rosa. Donde
antes habían visto árboles, arroyos, flores y amigos, ahora sólo
veían una especie de niebla rosa. Esperaron a la noche, pensando que
la niebla desaparecería y verían el cielo. Pero no fue así,
simplemente la niebla se oscureció y aparecieron las estrellas.
Todos estaban asustados. ¿Qué les había pasado? ¿Ya no volverían
a ver nunca? ¿Qué podían hacer? Sólo había una solución, subir
a la montaña mágica y llamar al gran mago Merlín. Merlín era el
mago más poderoso del país y seguro que sabría qué hacer. Juntos,
todos los habitantes del país de los cuentos ascendieron hasta la
cima de la gran montaña mágica y comenzaron a gritar una y otra vez
el nombre de Merlín: “¡MERLIN!”. Pero Merlín no apareció, y
después de esperar unos días, todos se sentían hambrientos y
cansados, y decidieron bajar para comenzar una nueva vida. El ogro ya
no comía niños sino las exquisitas frutas de su jardín. Margarita
no podía ver el vestido que llevaba puesto, así que poco a poco se
olvidó de las manchas y disfrutaba tumbándose en la hierba. El
dragón Felix ya no volaba, se dedicaba a ayudar a los demás en las
tareas más duras. Los trasgos olvidaron lo feos que eran y se creían
muy guapos y apuestos. Lo curioso es que los demás también lo
empezaron a creer y todo el mundo los amaba. La temida bruja dejó
de cocinar los venenos para manzanas y comenzó a fabricar perfumes.
Y así pasó mucho, mucho tiempo, tanto, que aunque parezca
sorprendente, todos olvidaron lo que eran.
Un
día 25 de Abril, Merlín volvió. Había estado muchos años jugando
una reñida partida de ajedrez con su primo el mago Artabán, y por
eso no había acudido a la llamada de sus amigos. Merlín quedó muy
impresionado al ver la terrible enfermedad que aquejaba a todos los
habitantes del país, y rápidamente cogió su varita y dijo las
palabras mágicas “Salutín Salatón” para devolverles la salud.
Por arte de magia, la niebla rosa que hasta entonces les había
nublado la vista desapareció y todos comenzaron a ver de nuevo los
árboles, los arroyos, las flores, los amigos y a ellos mismos. Al
verse reflejados en el agua, los ogros recordaron quiénes eran y que
su deber era cazar y comer niños. Margarita recordó que era una
princesa y dejó de revolcarse en la hierba. Félix comenzó a
entrenar para ganar todas las carreras y se olvidó de sus amigos. Y
la bruja cerró su tienda de perfumes y volvió a fabricar veneno.
Los que peor lo pasaron fueron los pobres trasgos, que durante mucho
tiempo se habían sentido guapos y admirados, y ahora volvían a ser
feos y antipáticos. De esa manera, todo volvió a la normalidad.
Pero
la normalidad no siempre es sinónimo de felicidad, y los habitantes
de país del los cuentos no pudieron olvidar su vida cuando sólo
veían rosa. La alegría inicial que sintieron por haber recuperado
la vista, se fue transformando poco a poco en añoranza. Ese año,
cuando acabó el verano, todos los habitantes del país de los
cuentos se volvieron a reunir en la cima de la gran montaña mágica
para pedir a Merlín que hiciese llover los copos rosas de nuevo.
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