domingo, 26 de mayo de 2013

La vida rosa


Todos miraban al cielo mientras caían hermosos copos rosas sobre sus cabezas ¡Qué apetitosos parecían! Su aroma se extendía por todo el país de los cuentos y los ogros, hadas, princesas, trasgos, dragones, duendes y brujas, todos querían probarlos. El terrible ogro, acostumbrado a comer niños y cachorros de animales, no pudo resistir la tentación y cogió un puñado en sus manos para metérselos en la boca. La princesa Margarita, la más bella del todo el país, ésa que nunca comía chucherías para no mancharse, los guardó en el bolsillo de su delantal y se los llevó a casa para cenar. El dragón Felix, el mejor y más audaz dragón volador, ganador de todas las carreras y comedor insaciable de barritas energéticas, abrió su gran boca, la llenó de copos y la cerró. Los trasgos, como eran muy tragones, engulleron todos los que pudieron. Incluso la bruja, que había salido al bosque a recoger plantas para preparar el veneno de las manzanas, se olvidó de su tarea y comenzó a recoger los copos rosas que caían del cielo. Y así, poco a poco, todos los habitantes del país de los cuentos probaron tan suave y exquisito manjar. Cual sería su sorpresa, cuando después de unas horas, todos empezaron a ver rosa. Donde antes habían visto árboles, arroyos, flores y amigos, ahora sólo veían una especie de niebla rosa. Esperaron a la noche, pensando que la niebla desaparecería y verían el cielo. Pero no fue así, simplemente la niebla se oscureció y aparecieron las estrellas. Todos estaban asustados. ¿Qué les había pasado? ¿Ya no volverían a ver nunca? ¿Qué podían hacer? Sólo había una solución, subir a la montaña mágica y llamar al gran mago Merlín. Merlín era el mago más poderoso del país y seguro que sabría qué hacer. Juntos, todos los habitantes del país de los cuentos ascendieron hasta la cima de la gran montaña mágica y comenzaron a gritar una y otra vez el nombre de Merlín: “¡MERLIN!”. Pero Merlín no apareció, y después de esperar unos días, todos se sentían hambrientos y cansados, y decidieron bajar para comenzar una nueva vida. El ogro ya no comía niños sino las exquisitas frutas de su jardín. Margarita no podía ver el vestido que llevaba puesto, así que poco a poco se olvidó de las manchas y disfrutaba tumbándose en la hierba. El dragón Felix ya no volaba, se dedicaba a ayudar a los demás en las tareas más duras. Los trasgos olvidaron lo feos que eran y se creían muy guapos y apuestos. Lo curioso es que los demás también lo empezaron a creer y todo el mundo los amaba. La temida bruja dejó de cocinar los venenos para manzanas y comenzó a fabricar perfumes. Y así pasó mucho, mucho tiempo, tanto, que aunque parezca sorprendente, todos olvidaron lo que eran.

Un día 25 de Abril, Merlín volvió. Había estado muchos años jugando una reñida partida de ajedrez con su primo el mago Artabán, y por eso no había acudido a la llamada de sus amigos. Merlín quedó muy impresionado al ver la terrible enfermedad que aquejaba a todos los habitantes del país, y rápidamente cogió su varita y dijo las palabras mágicas “Salutín Salatón” para devolverles la salud. Por arte de magia, la niebla rosa que hasta entonces les había nublado la vista desapareció y todos comenzaron a ver de nuevo los árboles, los arroyos, las flores, los amigos y a ellos mismos. Al verse reflejados en el agua, los ogros recordaron quiénes eran y que su deber era cazar y comer niños. Margarita recordó que era una princesa y dejó de revolcarse en la hierba. Félix comenzó a entrenar para ganar todas las carreras y se olvidó de sus amigos. Y la bruja cerró su tienda de perfumes y volvió a fabricar veneno. Los que peor lo pasaron fueron los pobres trasgos, que durante mucho tiempo se habían sentido guapos y admirados, y ahora volvían a ser feos y antipáticos. De esa manera, todo volvió a la normalidad.

Pero la normalidad no siempre es sinónimo de felicidad, y los habitantes de país del los cuentos no pudieron olvidar su vida cuando sólo veían rosa. La alegría inicial que sintieron por haber recuperado la vista, se fue transformando poco a poco en añoranza. Ese año, cuando acabó el verano, todos los habitantes del país de los cuentos se volvieron a reunir en la cima de la gran montaña mágica para pedir a Merlín que hiciese llover los copos rosas de nuevo.